
YO SOY
Estamos viviendo una época muy convulsa, muy rara, suceden muchas cosas que no nos da tiempo a asimilar, sólo nos vale dejarnos fluir, estamos creciendo individualmente, aunque parezca que algunos no lo hacen, también aprenden y todos, aportamos nuestro granito de arena a la humanidad; el punto de inflexión ha sido la pandemia, nos han separado para sanar, SANAR con mayúsculas, SANAR nuestro interior, con valentía, por fin SANAR a nuestro niño/a interior, SANARME a mí primero, para poder ayudar a sanar a los demás; primero tienes que sanar tú para no herir, “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, (es la única frase que recuerdo del catecismo), hasta ahora era sólo teoría, pero ya lo estoy intentando, primero ser feliz yo, conmigo misma, para poder ser feliz y completa con los demás, nadie debe necesitar a nadie, todos somos completos y esa es la única forma de AMAR, libremente, sin apegos ni ataduras, nadie es dueño de nadie, ni media parte de nadie, todos somos completos y formamos parte del mismo SER, del Universo.
Nadie me puede hacer feliz si yo no lo soy, tampoco tú le puedes hacer feliz a nadie, por mucho que lo intentes, ni es tu obligación, es la misión de cada uno, lo demás son intereses, el mal de nuestro tiempo es ese, “pagar para limpiar tu conciencia”, eso no vale y cada vez estará más sucia.
Hay muchas conciencias sucias, muy sucias, por el dinero y la corrupción.
Mientras, por otra parte, cada vez hay más almas viejas que, están evolucionando para elevar la conciencia y la vibración de la humanidad, el bien sobre el mal siempre triunfa, el poder del Amor es infinito.
Estamos en tiempo, a tiempo, sólo tenemos que mirar hacia adentro, tú eres tu propio dios, eres grande y maravilloso, pero si no lo miras, ni lo ves, seguirás en la oscuridad, con tus miedos y tus sombras del ego, sin ver ese verdadero tesoro que tienes dentro de ti.
Yo, toda mi vida he tenido señales de mi interior, de mi SER, aunque he vivido en un mundo material y terrenal profesionalmente, siempre he tenido mi riqueza interior, sin apenas ser consciente de ello, a veces las señales fueron muy claras, como mi vocación de maestra que me acompañó siempre, primero aprendía yo y luego lo enseñaba.
Desde muy niña ya venía a enseñar, mi madre me contaba que con 2 años la hice esta reflexión: “no me cuentes cuentos que lo que no quiero es comer”.
Siento que desde aquel momento yo empecé a pensar por mí misma y a tomar responsabilidad de mis actos y mis palabras, sin arrepentirme de nada, mi lema siempre fue el valiente, “a lo hecho, pecho”.
Fui un alma libre desde muy cría, a los 6 años, recuerdo perfectamente haberle dicho a mi madre: “de mayor voy a vivir sola”; no volvimos a tocar ese tema, pero a los 20 años me fui de casa y se lo recordé y ella me dijo, ¡si eras muy pequeña!, las dos recordábamos perfectamente aquella frase.
A los 12 años, tomé la responsabilidad de hacerme cargo de lavarme mi ropa, incluso de hacérmela cosiendo, (mi madre, era modista y me hacía muchos vestidos bonitos, yo aprendí de ella).
También a esa edad, empecé a colaborar, se decía así, con profesores de natación, a enseñar a nadar a los más pequeños y desde ese momento comprobé y comprendí que me gustaba enseñar…
Adquirí muchas responsabilidades a esa edad, de mi hermano mayor, me ocupaba de hacer su cama y la mía y, de mis hermanas menores, me ocupé de hacer las matrículas y las becas del colegio de los 4, rellenando formularios y representando a mis padres en muchas situaciones, (ellos, sabían leer y escribir los dos, pero les avergonzaba poner faltas de ortografía), y yo, empujada o voluntariamente me hice mayor.
Hoy que soy mayor, mejor dicho, madura, miro a esa niña que fui con toda ternura, con todo mi amor, la valoro y aprecio todo lo que cargó a sus espaldas durante toda la vida y, hoy la libero de tanto peso, aunque siempre he mantenido un punto de inocencia, de bondad y de alegría de vivir, porque seguirá conmigo por toda la eternidad, ya me quede una vida o más, ella siempre seré YO.